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Evaluar para aprender, no para reprobar: el lado útil del Decreto 67 en Chile

AF
Andrea Fuenzalida Correa 28 de marzo de 2025

¿Sientes que cada vez hay más que evaluar y menos tiempo para enseñar? El Decreto 67 no es otra carga: bien usado, puede ayudarnos a decidir con más criterio. Aquí te contamos cómo, sin frases vacías.

El Decreto 67/2018 llegó para poner sobre la mesa una verdad incómoda: por años, la evaluación en Chile estuvo más centrada en calificar que en ayudar a aprender. Este decreto propone un cambio de paradigma que va mucho más allá de subir o bajar el promedio para promover: quiere que la evaluación se use para acompañar, para comprender, para mejorar. Y, sí, para evitar la repitencia innecesaria.

El cambio de lógica: de “repitió porque no dio” a “¿cómo lo apoyamos a tiempo?”

Bajo la antigua mirada, si un estudiante reprobaba una o dos asignaturas, el sistema lo dejaba caer. Era automático, casi mecánico. El Decreto 67 rompe con esa lógica. Ahora, la decisión de repetir debe ser excepcional, deliberada y pedagógicamente fundada. No basta con mirar notas y asistencia; hay que analizar el progreso, la brecha con su grupo y su situación socioemocional. Y ese análisis lo hace el equipo directivo con informes, evidencia y la opinión del propio estudiante y su familia.

Esto obliga a algo clave: actuar antes. Si un estudiante muestra dificultades, la evaluación formativa permite detectarlas y ajustar enseñanza a tiempo. Repitencia no debería ser un destino, sino una última opción tras agotar apoyos reales.

La evaluación como herramienta de inclusión (y no de selección)

El Decreto 67 pone el foco en el derecho a aprender. Esto significa que la evaluación no puede seguir operando como un filtro, sino como una herramienta que permita visibilizar la diversidad del aula y generar respuestas adecuadas. Si un estudiante no logra aprender, en lugar de preguntarnos por qué no avanza, es más constructivo enfocarnos en qué apoyos necesita para hacerlo.

Y aquí la evaluación formativa juega un rol fundamental. Permite mirar más allá del resultado y enfocarse en el proceso: ¿qué estrategias usa el estudiante?, ¿dónde se estanca?, ¿qué avances logra aunque aún no “llegue” a la meta? Esa información es oro para tomar decisiones más justas.

Qué hacer cuando un estudiante “no logra los objetivos” según el Decreto 67

Si llegas a fin de año y un estudiante no cumple los requisitos de promoción, el Decreto no obliga a repetir sin más. De hecho, exige que el equipo directivo analice caso a caso con criterios pedagógicos y socioemocionales.

¿Y si decide promoverlo igual? El artículo 12 lo dice claro: el año siguiente se deben implementar medidas de acompañamiento pedagógico, con autorización de la familia. O sea, no basta con pasarlo y cruzar los dedos. El establecimiento debe comprometerse con ese proceso.

Cómo diseñar evaluaciones formativas que previenen el fracaso escolar

Evaluar formativamente no es hacer más pruebas. Es usar distintas estrategias para observar el aprendizaje en tiempo real. Algunas claves:

  • Observar y registrar cómo el estudiante participa, explica, resuelve, crea.
  • Incluir instancias de auto y coevaluación.
  • Hacer preguntas que revelen el proceso de pensamiento.
  • Dar retroalimentación concreta que diga qué mejorar y cómo.
  • Planificar tiempos para que el estudiante aplique esa retroalimentación antes de cerrar el ciclo.

Estas acciones, hechas con intención pedagógica, permiten tomar decisiones informadas: reenseñar, diversificar actividades, buscar apoyos, contactar a la familia. Es decir, prevenir que un bajo resultado se transforme en una repitencia.

Diversificar para incluir: cómo adaptar la evaluación sin perder profundidad

Uno de los principios menos aplicados —y más potentes— del Decreto 67 es la diversificación de la evaluación. Esto implica que no todos los estudiantes deben rendir las mismas pruebas, de la misma forma, para demostrar lo mismo.

Diversificar no es bajar el nivel. Es permitir que cada estudiante muestre lo que aprendió de una manera coherente con sus fortalezas. Un ensayo, un video, una presentación oral o una maqueta pueden ser distintas puertas hacia el mismo aprendizaje.

El Decreto establece que se debe calificar solo lo que el estudiante ha tenido oportunidad de aprender, y esto exige mirar la diversidad como una condición inherente al aula. Diversificar también mejora la calidad de la evidencia evaluativa: más rica, más justa, más accionable.

Algunas ideas para empezar:

  • Ofrecer opciones de formato para entregar un producto evaluado.
  • Adaptar tiempos o apoyos según necesidad.
  • Usar una misma rúbrica general con ajustes en aspectos secundarios.
  • Evaluar en contextos reales o significativos para los estudiantes.

Evaluar distinto no significa evaluar menos. Significa entender mejor y decidir mejor.

Evaluar mejor, no evaluar más: cómo hacer sostenible la evaluación formativa

Una de las grandes preocupaciones de los docentes es el tiempo. La evaluación formativa no puede sentirse como una carga extra, sino como una herramienta que optimiza lo que ya hacemos. Y eso es posible si se planifica con foco.

Aquí van algunas ideas prácticas para hacer que la evaluación formativa no solo sea efectiva, sino también sostenible:

  • Integrar evaluación a las actividades diarias: no todo necesita ser un instrumento formal. Las preguntas al cierre de la clase, una actividad grupal o un diálogo pueden ser momentos clave para recoger evidencia.
  • Usar el mismo instrumento para múltiples propósitos: una rúbrica bien diseñada puede servir para coevaluar, autoevaluar y retroalimentar, sin multiplicar el trabajo.
  • Aprovechar lo que ya hacemos: muchas veces evaluamos formativamente sin darnos cuenta. Sistematizar esas observaciones o ponerles un foco puede ser suficiente.
  • Trabajar en equipo: planificar evaluaciones comunes por nivel o asignatura ahorra tiempo y mejora la calidad. Compartir instrumentos y criterios también alivia la carga.
  • Elegir bien qué observar: no todo tiene que ser evaluado con la misma profundidad. Centrarse en los aprendizajes clave del currículum permite focalizar tiempo y energías donde más se necesita.

La evaluación formativa no tiene por qué ser una montaña más. Si se vuelve parte de la planificación, puede incluso ahorrar tiempo a largo plazo, al permitir actuar antes, con más información y menos sorpresas.

Checklist rápido para usar la evaluación formativa sin colapsar

  • ¿Mis clases incluyen momentos para observar el proceso, no solo el resultado?
  • ¿Estoy retroalimentando con foco, o solo corrigiendo?
  • ¿He dado opciones para que mis estudiantes demuestren lo que saben?
  • ¿Mi equipo ha definido aprendizajes clave para no evaluarlo todo igual?
  • ¿Estoy usando evidencias para decidir con más justicia?

Un cambio real empieza con una práctica concreta. Esta lista puede ser tu punto de partida.

El Decreto 67 no es solo una normativa técnica, es una invitación a cambiar la cultura evaluativa desde la sala de clases. Si lo usamos como corresponde, podemos dejar atrás la repitencia automática y avanzar hacia una escuela donde todos aprendan más y mejor, sin quedar fuera por no encajar en un molde.

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