La gamificación puede tener muchos beneficios, el alcance e impacto de esta estrategia depende de qué elementos y mecánicas del juego son utilizados en la dinámica o actividad educativa. En esta publicación nombramos tres beneficios, pero hay muchos más.

En términos generales, es la utilización de mecánicas del juego, en entornos de no juego. En educación, es la utilización del juego como estrategia para favorecer el aprendizaje y el desarrollo de habilidades.

Durante la dinámica del juego los estudiantes se divierten y sienten ganas de avanzar, para así lograr nuevos objetivos, lo que los hace participar más y estar más comprometidos con la actividad. Además, el rechazo que podría existir a estudiar un contenido en particular, se ve altamente disminuido al estar la actividad contextualizada en un juego.

En clases, muchas veces cometer errores es temido y evitado, a tal punto que muchas veces los estudiantes no quieren participar. En un ambiente gamificado, los estudiantes se atreven más a realizar nuevos retos y a buscar nuevas soluciones, sin el habitual miedo a cometer errores.

La retroalimentación en los juegos suele ser constante, además, se provee información al estudiante para guiarlo hacia el resultado correcto. Mientras más frecuente y oportuna sea esta retroalimentación más efectivo será el aprendizaje.
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